Tema para Vivaldi
Era un febrero invernal y lluvioso y él voló a Alemania para conocerla por eso de que el frío es bueno para el amor. Ella regresó a buscarlo en agosto, luego de muchos besos y algún que otro resfrío que debía curarse bajo el sol de un verano tropical y entre los chistes de sobremesa de una cena romántica y familiar. Los dos hicieron muchas veces el amor mientras Angélica recorría las calles de la Habana Vieja con una tumbadora bajo el brazo y un programa de radio en la cabeza, esperando que la lluvia de otoño tardara en caer. Pero nadie esperó la primavera y fueron infelices en las cuatro estaciones y todos los usos horarios que estaban por llegar.
Historia para desagraviar a jota eme
Luego de diez años de insulina y muchas botellas de ron, jota eme perdió los dientes y decidió vender la mitad de la casa para comprarse un equipo de música y algunas bolsas de chorizo. Oyó algunos discos, el chorizo acabó, y la insulina fue dejándolo a oscuras mientras la mitad de la casa se convertía en la casa completa y jota eme no lograba entender por qué cada vez que sacaba los pies de la cama chocaba con una pared.
Historia futurista
Se conocieron en un sitio de Chat porque él necesitaba compañía y ella no tenía con quién hablar de sexo. Hubo una química instantánea e hicieron el amor dos o tres veces, cada uno desde su lado del ordenador, hasta que al fin decidieron conocerse. Pero la página web caducó a pesar de todos los orgasmos y en contra de casi todas las promesas, así que cada quien volvió a su vida y él se masturbaba siempre en las madrugadas mientras ella soñaba con el tiempo de las palomas mensajeras y el correo tradicional.
Consecuencias
Si ellos no hubiesen tapiado a Mercedes detrás de ese muro espantoso y pintado con cal que la obligaba a entrar y salir de su casa por un pasillo infame, oscuro y ridículamente atiborrado de matas y macetas para camuflarlo, ella nunca hubiese conocido a Alberto, que orinaba a las tres de la madrugada de ese domingo con los pantalones a mitad de rodilla, las manos sujetando el cinto, un pie contra la pared y el otro entre el lirio y el ficus de mármol jaspeado que tanto trabajo le costó encontrar.
cumpleaños
La mañana que cumplió cincuenta años se subió a un avión a descubrir Madrid e imaginar que krishnamurti era un helado de sabores y el mediterráneo un mar, y la nieve una pelusa blanca que cae para que los hombres no tengan que escalar el cielo hasta encontrarla. Tal vez hubiese resultado pero el piloto olvidó la revisión de turno y los meteorólogos habían iniciado la huelga apenas veinticuatro horas antes de la partida.
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