Abro los ojos, reviso el móvil en busca de vida inteligente. Mensajes que no nazcan de la angustia o los mundos de dolor. Vuelvo al silencio de las fotos que guardo en el álbum privado como en una cámara de secretos. Acaricio el pasado como quien intenta alcanzar el esquivo lomo de un gato que se escabulle en busca de la noche. Mi mano en el aire, a tientas otra vez, dibujando de memoria el sonido de tu espalda cuando tiemblas bajo mis dedos. Tendremos que aprender a vivir de mes en mes, hibernando, hasta que pueda emprender este segundo viaje de desarraigo desde el frío de mi soledad hasta la nieve cristalina de tu abrazo.
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