De la nada, como una de esas hojas que caen de los árboles y parecen dispuestas a volar aunque no haya viento, así ligera y sin ataduras, o como una canción que sorpresivamente nos hace llorar, sin que entendamos bien la causa... Así, y mientras la cola de un gato se enreda entre los dedos que guardan la memoria de los que ya no están... Así se van algunas tardes en las que el tiempo no es sino una taza de té que aún no se ha servido pero cuyo humo ya acaricia la huella sinuosa del pasado.
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