viernes, 11 de diciembre de 2009

madrugadas

Todo tendría que ver con el deseo. Todo con ese placer infinito y carnal de saberse penetrada, poseída, desgarrada sin miramientos ni condescendencias. Y así, abierta como una ola en medio de la nada, expuesta, húmeda, fatal, contagiarlo todo con ese perfume exquisito que nace de la consumación del placer, entre las finas pausas de su dulcísima y lenta agonía...
(todo tendría que ver con el deseo pero nada con las explicaciones)

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