He pedido amarte como se pide una gota de luz en medio de la oscuridad del espíritu. He rogado a los cielos amarte, descubrirte, convertirme en tu espejo. He caminado a conciencia y he sostenido el yunque y el martillo, la piedra y el cuchillo, la cabeza y el aceite para ungirla. He pedido amarte aunque para ello tenga que destruirte cien veces y cien veces crearte. Mi mano es firme. Mi espíritu es claro. ¿Estás otra vez listo para morir?.
jueves, 17 de octubre de 2024
miércoles, 16 de octubre de 2024
Madrugaditas
Son las dos de la mañana, me duele una muela y estoy sola en Minneápolis. Lo digo y sonrío. Suena como un mal inventario de emociones. Hay una hendija en la ventana y veo afuera, al silencio de la avenida. Camino hasta la sala (que aquí es living room porque poco a poco uno va perdiendo sus vocablos, los sustituye por esta mezcla de idiomas y culturas que es ser un inmigrante), tomo el cojín y regreso al cuarto. Estoy buscando altura así que hay dos almohadas y un cojín tras mi espalda. Mi corazón late deprisa. El dolor enmudece y no es una alegoría: abrir la.boca duele. Recuerdo que creamos el mundo con nuestras palabras. El silencio vendría entonces a ser como la eutanasia. Sonrío otra vez, de medio lado. Pienso en toda la gente que no está ahora conmigo y que duerme saludable e inocentemente. Tengo un blog de poesía. Me pregunto si la poesía en verdad sobrevive a la muerte
viernes, 4 de octubre de 2024
Otoño en Minneapolis
Salgo al balcón. Hay frío. Llevo una copa de Moscato. Es como si pudiera ver y oler el mar. La.inmensa masa azul que me acompaña desde siempre. Respiro como para atragantarme de ese mar invisible. Hay algo en mí que salta, corre, es infinito en su búsqueda. Cierro los ojos y el mar entra como una bofetada, como una caricia demasiado explícita, como si yo fuera su puerta y no al revés. Abro la.boca, puedo sentir la sal, el azufre contenido en cada gota, la lujuria de haber tocado todas las cosas. Siento que mi cuerpo tiembla. Ahora yo soy el mar y él es la mujer que espera.
miércoles, 2 de octubre de 2024
Estaciones
Los pájaros del otoño huyen, serenos, cantan para espantar la nieve del corazón, esa nube pura e indetenible que se asienta entre la garganta y el ombligo y lo convierte todo en silencio. Los rojos pájaros del otoño vuelan, danzan, resucitan, y se marchan. Huyen del cristal frío entre las plumas. Huyen del hogar que se ha vuelto demasiado impoluto. Huyen de mí.
Los pájaros del otoño saben que la.nieve puede detener un corazón. Por eso cantan espantando los cristales, y esperan hasta el último minuto para abandonar el lago, justo antes de la hermosa muerte blanca.
De andar por casa
No voy a pedirte el tiempo que no tienes, la atención que no prestas, las ganas que no te nacen. Voy a ofrecerte también mis silencios, mis ausencias, la paz de no tenerme cerca, los pequeños olvidos cotidianos.
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