Uno se levanta un buen día y descubre que ya no tiene amigos. No le queda ni uno. Se sienta entonces frente al mapamundi- uno cualquiera, uno de esos baratos con horrores estampados en tinta china y zarpazos de la memoria que borraron de su sitio lagos, ciudades, montañas, latitudes enteras- y ve trocarse los nombres de los países en los de la gente que los puebla. Ya no más Alemania, ahora es El Memo; méxico se vuelve Otto y su concierto de violines a la luz de los chivos metálicos y herrumbrosos del parque; Bruselas es la capital de Erling, Florida la de Marylin, Menorca una ciudad de Manolo. Entonces uno descubre que no se ha levantado un buen día, sino un día de mierda, uno espantoso y brutal: el día de hoy.
(La geografía es una ciencia de mierda, la utopía una novela de Tomás Moro, nada más).
lunes, 29 de marzo de 2010
miércoles, 10 de marzo de 2010
..............
le sangra todo
nos dijeron
y ahí estaba mi tío en medio de la sala de terapia
como un armagedón
como un cíclope
como una mierda
lleno de tubos
astronauta de su propia y horizontal fisonomía
varicoso, consciente, callado
y el hígado que no aguanta más
amarillo mi tío
color pollo mojado
pollo con olor a farmacia ambulante
pollo cirrótico
y ahora nada de pan
nada de leche
nada de pescado
y todos por el cristal
hasta la mosca
esperando, con esperanza, sin esperanza, escépticos, mirones
con sueño
con la risa congelada
-le sangra
no hay manera-
y los tubos
y el color
y mi abuelo con su pipa
su tabaco ingenuo
su sólo sé que no sé nada
protráctil
eufemístico
providencial.
y mi tío en medio de la sala de terapia
42 años
hagan algo
(la esposa, la enfermera, el suegro)
hagan algo
(las máquinas, la ciencia, la fe)
como un pollo desplumado
muerto
listo para la sopa.
nos dijeron
y ahí estaba mi tío en medio de la sala de terapia
como un armagedón
como un cíclope
como una mierda
lleno de tubos
astronauta de su propia y horizontal fisonomía
varicoso, consciente, callado
y el hígado que no aguanta más
amarillo mi tío
color pollo mojado
pollo con olor a farmacia ambulante
pollo cirrótico
y ahora nada de pan
nada de leche
nada de pescado
y todos por el cristal
hasta la mosca
esperando, con esperanza, sin esperanza, escépticos, mirones
con sueño
con la risa congelada
-le sangra
no hay manera-
y los tubos
y el color
y mi abuelo con su pipa
su tabaco ingenuo
su sólo sé que no sé nada
protráctil
eufemístico
providencial.
y mi tío en medio de la sala de terapia
42 años
hagan algo
(la esposa, la enfermera, el suegro)
hagan algo
(las máquinas, la ciencia, la fe)
como un pollo desplumado
muerto
listo para la sopa.
martes, 9 de marzo de 2010
mi abuelo
apenas las seis y ya no hay sol
y sobre la mesa el plato con la cena
que mi abuelo mira desde su cansancio de siete hijos y
noventa y cuatro abriles
literales
cada uno envuelto en el humo del tabaco
en la tierra que perdió
(que le quitaron)
y llama una a una sus vacas
por su nombre
matilda
esmeralda
benancia
y mi abuela que le empuja con el pie la mano hirsuta
extinta casi
que aún enlaza el viento y la tierra roja donde su hermano
(josé, el ciego, el del medio, el muerto ya)
sembraba mariposas
blancas mariposas para la mesa de mediodía
y su madre con dedos de hombre
vi-ri-les
llenos de leche fresca
de calostro
de tristezas
y mi abuelo
desmañado, vencido
patalea para que mi padre no lo obligue al baño
a la rutina de una vida
que todavía exige (pelado, afeitado, limpio, feliz)
inmaculado en fin
su cuerpo a la espera, listo
para esa extraña concepción de una muerte que ve pasar en coches fúnebres frente a la puerta de madera de la casa vieja
de muertos cada vez más jóvenes
murmurados, emotivos, nietos de sus compadres.
con ese miedo a la muerte que juega con su paciencia
como un gato con su presa
y le manda sus respetos en un desmayo
(ahora sí no vuelve más, se vidrió la mirada, esta vez hay que llamar al doctor. diga usted que ha muerto)
y abre sus ojos de nueve décadas y cuatro años extras
y sonríe
y sonreímos todos
mi padre incluido
(esa bestia inmutable, lacónica, hijadeputa casi)
por esta vez la libertad
la cama a solas con la almohada y la colcha tibia
las medias olorosas
nadie que diga levántate, ya es hora
camina-come-sueña-tomaelsol-tomaunaducha
nadie que certifique está vivo, está bien, nos hace caso
es como un hijo malcriado
lleno de resabios, de malos modales
uno que se inventa dolores y fatigas para que no lo obliguen a esa vida
dura, larga, insípida, torpe
que es su cruz tan bendecida
y que acaso olvidó cuando le arrancaron
allá lejos
fuera
al norte quizá
al hijo que no alcanzó a ser pródigo.
y sobre la mesa el plato con la cena
que mi abuelo mira desde su cansancio de siete hijos y
noventa y cuatro abriles
literales
cada uno envuelto en el humo del tabaco
en la tierra que perdió
(que le quitaron)
y llama una a una sus vacas
por su nombre
matilda
esmeralda
benancia
y mi abuela que le empuja con el pie la mano hirsuta
extinta casi
que aún enlaza el viento y la tierra roja donde su hermano
(josé, el ciego, el del medio, el muerto ya)
sembraba mariposas
blancas mariposas para la mesa de mediodía
y su madre con dedos de hombre
vi-ri-les
llenos de leche fresca
de calostro
de tristezas
y mi abuelo
desmañado, vencido
patalea para que mi padre no lo obligue al baño
a la rutina de una vida
que todavía exige (pelado, afeitado, limpio, feliz)
inmaculado en fin
su cuerpo a la espera, listo
para esa extraña concepción de una muerte que ve pasar en coches fúnebres frente a la puerta de madera de la casa vieja
de muertos cada vez más jóvenes
murmurados, emotivos, nietos de sus compadres.
con ese miedo a la muerte que juega con su paciencia
como un gato con su presa
y le manda sus respetos en un desmayo
(ahora sí no vuelve más, se vidrió la mirada, esta vez hay que llamar al doctor. diga usted que ha muerto)
y abre sus ojos de nueve décadas y cuatro años extras
y sonríe
y sonreímos todos
mi padre incluido
(esa bestia inmutable, lacónica, hijadeputa casi)
por esta vez la libertad
la cama a solas con la almohada y la colcha tibia
las medias olorosas
nadie que diga levántate, ya es hora
camina-come-sueña-tomaelsol-tomaunaducha
nadie que certifique está vivo, está bien, nos hace caso
es como un hijo malcriado
lleno de resabios, de malos modales
uno que se inventa dolores y fatigas para que no lo obliguen a esa vida
dura, larga, insípida, torpe
que es su cruz tan bendecida
y que acaso olvidó cuando le arrancaron
allá lejos
fuera
al norte quizá
al hijo que no alcanzó a ser pródigo.
lunes, 1 de marzo de 2010
POEMAS DE LA TIERRA
I
Por esta tierra dolida y dolorosa
donde el hombre más manso esconde un trozo de metal bajo la camisa
Por esta tierra triste, ojerosa, despierta...
Por este trozo de demencia colectiva donde las horas pesan sobre los hombres
como si no existieran los relojes
Por este sol, esta calle, esta enconada y absurda lucha entre vecinos
donde transcurre, a saber cómo y por qué
eso que llaman la existencia
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