El amor no es de este mundo. Lo he buscado en todas partes: entre brazos y piernas, a través de los ojos, tocando el corazón, sorbiendo porciones ínfimas de gente, masticando incluso la carne impalpable de sus recuerdos… y no está.
Lo he buscando en el alcohol, la música, las palabras, los atardeceres, y hasta en las bolsas de basura que penden como estandartes de los postes eléctricos.
He soñado que existe, lo he creído, lo he jurado, e intentado atraparlo, dejarlo ir, canjearlo por cualquier cosa (por casi todas las cosas), pero ha sido en vano.
Así que no lo espero ya, no lo creo, no lo entrego, y no me encomiendo más que a este viento que pasa frente a mi cara.
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