Hay juegos que no voy a jugar. No porque no pueda, si no porque no me interesa. Hay caminos que no voy a desandar, historias que no voy a escuchar, y vidas que no voy a vivir. Hice mis paces con estas pérdidas voluntarias (elegidas), tal y como hago mis paces con este segundo que se escapa cual bestia que huye asustada de su propia sombra al final del día.