miro la cucaracha infartada
bocarriba
con la tacita de café
como telón de fondo
(más que una naturaleza muerta
parece
la muerte de la naturaleza)
a un costado la azucarera vacía
impúdicamente destapada
la falsa cucharita de plata
sin plata ya
la fosforera inútil
contra el blanco increíble
de un plato basto de cerámica...
y en la mesa el almuerzo,
la botella de agua fría
la radio balbuceante
(un partido de béisbol como tantos)
el periódico viejo con trazas de tabaco
y aceite
la mano gris
rígida sobre los espejuelos rotos
el hueco donde debía lucir un corazón
lleno de su vulgar anatomía de insecto.