lunes, 22 de noviembre de 2010

poema de amor desmadejado

debíamos amar

ensañarnos alevosamente cursis

y amar desconsolados

y de lunes a viernes en capítulos de cuarenta y cinco minutos

debíamos amanecer y anochecer enamorados,

perdidos,

intoxicados de feromonas y hormonas y serotoninas y endomorfinas

y amar con cara de idiotas, con palabras de idiotas, y con el providencial hilo de baba.

debíamos amar inescrupulosamente, a tiempo completo y sin vacaciones ni salarios

amar como bestias enloquecidas y pendientes de reproducción

(bajo amenaza de extinción y con sobre de despido)

debíamos amar insustanciales, como caldos sintéticos (de pollo)

y centrales de esterilización y bancos de semen sin donaciones anónimas

debíamos amar a destajo, con energía renovable y mayoría absoluta.

deberíamos amar como si en verdad pudiéramos, y supiéramos, y quisiéramos

pero somos de polvo y papel moneda

y la materia de los sueños compite con el último grito de la moda

y se ve su anorexia en el plasma carísimo de una tv con demasiadas pulgadas.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Infidencia casi prosa sexual

Regálame esta madrugada. Deja que te sueñe hoy y te muerda, y te cabalgue, y te chupe, y te bese... piénsalo, vívelo, imagínalo, suéñalo, y ven, y rómpeme, y entra en mí, y vuélveme loca, hasta morir. Quiero que me tomes toda, que te abalances sobre mí, que me muerdas, que nada te detenga. Quiero besarte largamente, recorrerte todo, contemplarte, y sentirte romperme, y sorberme, y entrar, y besarme toda la noche, mis ojos, labios, espalda... espero por ti, mi caballo, aunque sea un poco, a ver si llegas a darme todo lo que quiero, cada centímetro. Quiero que me veas y tiembles de placer, que me sueñes, que te imagines dentro de mí, yo sobre ti, y te cabalgo, y me desboco, y salto sobre ti, y grito y me rompo en tus labios, alrededor de ti, en tu cuerpo, en tu pene enhiesto, en tu espalda, lamiéndote, chupándote, sorbiendo la piel de tus muslos. Y quiero hacerte el amor, quiero que me penetres, que saltes sobre mí, quiero que tu cuerpo se pierda dentro de mí, que te dejes correr en mi vientre, en la humedad de mi vientre, quiero que me voltees, y entres en mi desde mi ano, que te pierdas en mis gritos que separes mis nalgas y entres todo. quiero más, quiero subirme a tu pene, saltar, provocar una ola que te obligue a sumergirte, a respirar de mi vientre, a morderme, a tragarme en trozos... ven, no te vayas ahora. Ven y descubre que no hay fin, que la noche empieza en este grito que te debo y me debes, este grito que se repetirá mil veces. Mis nalgas te llaman, te llama mi sexo, mis senos, mi piel. Ven, entra en mí, desgárrame, húndete en mí, déjate correr. Quiero darte todo, incluso lo que no imaginas, lo que no crees posible, la utopía, la piel después de la piel. Quiero sentirte sangrar, extenderte, crecer, volverte uno con el deseo, con mi deseo, volar, correr en mí, dejarte ir, quiero tu saliva, tu semen, tu sudor, todo, tomo todo y lo gozo, y lo hago mío... mi caballo, mi jinete, mi montura...

Te espero mi amor, quiero tu sal, tu sudor, ese olor a hombre que ha de trastornarme, quiero la piel de tu verga, de tu espalda, tus axilas, quiero tus gritos. Te espero, mojada. Ven, poséeme, hazme gemir, doblégame. Lánzame, úsame, rómpeme... lame mi piel, mis caderas, mis nalgas, mis senos redondos. Ven, como un río, como una ola. Ven, deja que tu pene corra, que vuele, que vibre, que estalle, déjate correr dentro, fuera, sobre, en mis nalgas, en mi espalda, entre mis senos, sobre mi pelo, en mi cara, en mis pecas, en mis lunares, entre mis uñas, bajo los pliegues de mis nalgas, entre las hebras de mi memoria, en mis esquinas. Quiero que te pierdas en las huellas de mis nalgas, en mi cuello, en mi nuca, que encuentres tu ritmo entre mis gemidos, en esa locura de mis caderas, en la embestida final, en los restos de tu deseo que descansa en mí, que se corre en mí, que me empapa.

Ven, entra. Éntrame, regálame tu sudor, tus dientes, tus uñas, tu grito, desgarra, húndete en mí, déjame sin vida. Yo te voy a dar la vida, te la voy a regalar como una puerta hasta lo eterno, para que te extiendas, te continúes, pero dejes toda tu esperma en el camino, la deposites en mi cara, mi lengua, mi garganta, y descubras que todo puede acontecer, que el grito no es sino el comienzo, que la languidez no es salvo una etapa preparatoria...

Ven, pruébame, vamos a jugar a ser dioses. Huele mi olor a mar, a fruta madura, saborea mi agua, mis jugos, la textura de mis senos cuando te saben cerca... entonces ahí, entre mis senos tu pene, justo hasta tocar mi lengua y en mi garganta donde se cierra el deseo y tú te vuelves sal, líquido, esperma, y yo te trago, me alimento de tu placer, y tú te tragas mis jugos, mi sal, el agua de mi vientre que te nombra, que te llama, invocándote, reclamando, más, más, más, otra vez...

Y así, absolutamente erecto, me tocas con tus dedos largos, entras en mi ano, tocas desde ahí la punta de tu verga que me recorre, que me clava a la pared frente al espejo, y te sientes, y metes tus dedos en mi cuerpo... buscándote.

Luego esperemos el amanecer, y el anochecer, en la arena, en el agua, en el jardín, y la lágrima cristalina que saldrá de mi clítoris cuando esté seca mi vagina y no quede sino sal. En todos lados, y entonces, cuando ya no puedas más, cuando estés a punto de desfallecer, cuando suspires, me sentaré sobre ti, sobre tu pene lacio, sobre tus labios secos, y te haré el amor, sin mañana, porque te sueño, te deseo, te espero, hace siglos, me arrebato por ti, me pierdo, me encuentro, me deseo...

Y seco quiero dejarte, exhausto. Di que quieres montarme, hundirte, vaciarme, di que me quieres sobre ti, loca, perdida, hasta el fin de mi cuerpo. Cuando me posees y sólo estoy imaginándote aquí, pero me encantaría saberlo, saberte, sorberte, chuparte desnuda sobre mi cama, desnuda en tu sueño, en tu piel, en tu deseo.

Hoy puedo sentirlo todo, hasta el aliento que no te queda ya. Y entonces, si aún te quedan fuerzas, puedes intentar la remontada, embestirme...

Entrar en mi cuerpo caliente y dejarte correr, así... no, primero quiero que te pegues a mí. Que tu piel se pegue a la mía, que tu pene me roce la espalda, la cara, que tu aliento me caiga sobre la nuca, que tu lengua me toque, leve, y que tus manos me rocen todo el cuerpo también, y tus labios, que te acuestes sobre mí, yo de espaldas, desnudos, y tus manos me busquen, y entonces yo me viro y estoy debajo de tu cuerpo, de frente, y tú te dejas caer sobre mí, me aprietas toda, y me lames la cara, la boca, me chupas los labios, y bajas, vas bajando lento, despacio, besándome y lamiéndome todo... y mi sexo te busca, y me tocas con la punta de tu lengua, buscas mi sal, mis jugos, y me sorbes la piel, y yo te beso y lamo y muerdo, y me muerdes suave pero con fuerza, y tu lengua no quiere desprenderse de mí, con deseos, y yo también quiero lamerte, chuparte, tragarte, entonces me das vuelta y te echas de espaldas en la cama ... y yo quedo sentada sobre ti...., sobre tu cara mientras sigues lamiéndome todo. Y te cabalgo. me siento sobre ti, entras en mí, resbalas, arrastras la piel de los bordes, y se oye mientras rasga, y luego empiezo a cabalgarte, mientras te beso el cuello, las orejas, los ojos, y tú me sujetas las nalgas, entre tus manos, me jalas, marcas el ritmo, y me volteas, mientras me apoyas contra el espejo, y mojas tu verga en mi vagina y recorres mi ano, lo seduces, me tientas, y me muerdes la espalda, y sujetas mis senos desde atrás, y yo me inclino un poco, y vuelves a mi vagina y entras así desde atrás, yo mojada, caliente, y me jalas por las caderas, y coges mis senos, y te alborotas, y cada vez me das más, y más, más fuerte, más rápido, más adentro.

y tu pene juega a recorrer la entrada de mi sexo, como un saludo ritual, y mi sexo se abre hambriento, y sientes como un calambre, como electricidad, y tu lengua la recorre y la ensaliva.... y me encanta, y te recorro con la punta de la lengua, con los labios, y me trago ese jugo rico que te sale transparente y salado, y te chupo los testículos, te los sobo con las manos, y tú me jalas del pelo y metes tu pene entero en mi boca.

Y mi vagina se contrae, y metes tus dedos dentro, coges el clítoris entre tus dedos mientras tu pene va abriendo mi ano, y va entrando en mí perdiéndose entre mis nalgas... los testículos chocan contra mis nalgas, y ya no das más, y yo meto la mano en mi vagina y me chupo los dedos y te los doy a chupar a ti, y te beso la boca, y me siento a horcajadas sobre ti, y yo salto sobre ti, y grito. Y te siento dentro de mí, latiendo, cierto al fin.

y hay un grito mío, tuyo, y siento tu pene vibrar dentro mío, y mi vagina se contrae, te aprieta, te toma, te absorbe, embates, embistes, ciego, preso de las ganas, loco, y mi cabeza contra la madera, chas, chas, chas, sobre ti, mientras tus jugos se escurren, en mi piel, hasta la rodilla corren, y tú me besas la cara, el cuello, los ojos, y me abrazas, y te fundes conmigo, y todo lánguido te dejas caer, y yo sobre ti, y te beso, suave, y suspiro, y me relajo, y mi clítoris pierde volumen, y mis manos te piensan , te aprenden, y me duermo sobre ti, en tu pecho, y mi deseo se escurre sobre los pelos de tu cuerpo, y te dejo oloroso a mí, y me corre la saliva, se pega a tu piel, y me corona una sonrisa plena, dulce, exhausta...

miércoles, 20 de octubre de 2010

Azul

A M.

Él la violó. Y si yo no hice nada fue porque ella me lo pidió con tanta vehemencia como si en ello le fuera la vida. Me lo dijo bien clarito y más de una vez: no hagas nada, ya fue. Para cuando entramos otra vez al carro ella llevaba la blusa rasgada y el pelo lleno de agua de mar. A mí me daba una rabia verla así, mandándome callar mientras yo sabía bien lo que había pasado. Pero uno no es quien para decidir sobre las violaciones que otro sufre y quiere guardar en silencio. Así que nos acomodamos como pudimos en el asiento de atrás del ladita azul; yo con los ojos fijos en la nuca cochina y sudada de aquella bestia en pantalones, ella disimulando el desorden de su ropa y su pelo, el dolor que le hacía torcer la pierna derecha hacia fuera como si se tratase de una prótesis en lugar de una pierna real. Fue ahí cuando pensé que quizá tuviese algún hueso roto, porque no era natural ese ángulo, ni que para moverse del sitio tuviera que cargar el pie con ambas manos como si se tratase de un gusano gigante. Pero ella sonreía disimulando el dolor atroz que debía estar sintiendo, y me pasaba la mano por la rodilla como si fuese yo y no ella quien necesitara consuelo. Sentí tanta rabia que pude haberlo matado allí, sin más, sólo con que ella me lo pidiera. Yo le miraba los ojos como diciendo déjame matarlo, déjame matar al hijo de puta. No tenía ni que habérmelo pedido, con un movimiento de cabeza habría sido suficiente, con un guiño, hasta con haber cerrado los ojos. Yo hubiera sacado la navaja de mi monedero y se la hubiera clavado entre las vértebras cervicales. Después todo hubiese sido cuestión de correr y dejarlo desangrarse, paralizado. Aunque pensándolo bien quizá hubiese tenido que cargar con ella, ponerla sobre mi espalda porque por mucho que disimulara ya yo sabía bien que no iba a poder acomodarse a horcajadas con ese lastre de pierna. Metí la mano y toqué el lomo de la cuchilla calculando que si se decidía ahora todavía podría matarlo sin que nadie nos viera. No dije ni una palabra porque no hacía falta. Yo simplemente esperaba su orden o su consentimiento pero ella seguía mirándome de frente, convencida de que si se desmayaba iba a despertarse junto al cadáver del hombre que la había violado. Salimos de la zona de playa y entramos en la ciudad. Cada vez era más evidente que todo iba a quedar como estaba, y que nosotras volveríamos a la escuela como si nada, como si nadie hubiese estado a punto de ahogarla sólo para asegurarse de violarla sin resistencia. Casi no había tráfico porque era muy de madrugada aún y las cuadras se sucedían con una rapidez de vértigo. Y ella ahí, aguantando, con la sonrisa congelada en medio de la cara, cada vez más lívida. Cuando empezó a aclarar pude verla mejor: tenía moretones por el cuello y la cara, como si él hubiese intentado estrangularla. Yo podía sentir mis ojos inyectados en sangre, exigiéndole una licencia, un compromiso con la realidad que ella quería evadir a toda costa. Nos bajamos en un semáforo en una de esas calles que cuando están vacías resultan tan irreales que parecen de atrezzo. Todo lo que quedó de ese día fue la imagen de una mancha azul que se perdía entre los carros. Eso, y la certeza de que si ella me lo hubiese pedido yo hubiese tenido que vivir para siempre con un muerto en la cabeza.

lunes, 18 de octubre de 2010

concupiscencia

entro a la ciudad desde una calle
(anónima, única, cualquiera)
veo las casas, los ríos, el camino despoblado
(que nunca conduce a ningún sitio)
y al final
la finca
sin mangos ni matas de naranja
sembrada de tilapias
mar sobre mar
jaula de agua dentro de jaula (de agua)
tierra seca y sin tierra
y los peces saltando fuera
a su libertad
para dejarse morir
como mangos que se pudren
sobre un lecho de hojas
como si prefiriesen el sol y la agonía voluntaria
a los abismos inciertos
de una red quincenal
y luego allí, varados
boquiabiertos
dar fe de un albedrío poco menos que divino
poco más que humano
simplemente animal
y adentro, en la casa de campo
guatacas y machetes
bajo capas de óxido y hastío
ridículos ya en su dignidad
de fango y tierra
imposibles en este mundo
donde un hombre
con el corazón de surco
añora los días felices de escardar posturas
mientras juega
desapercibido
con un manojo de anzuelos

domingo, 26 de septiembre de 2010

...

miro la cucaracha infartada
bocarriba
con la tacita de café
como telón de fondo
(más que una naturaleza muerta
parece
la muerte de la naturaleza)
a un costado la azucarera vacía
impúdicamente destapada
la falsa cucharita de plata
sin plata ya
la fosforera inútil
contra el blanco increíble
de un plato basto de cerámica...
y en la mesa el almuerzo,
la botella de agua fría
la radio balbuceante
(un partido de béisbol como tantos)
el periódico viejo con trazas de tabaco
y aceite
la mano gris
rígida sobre los espejuelos rotos
el hueco donde debía lucir un corazón
lleno de su vulgar anatomía de insecto.

jueves, 19 de agosto de 2010

siete

oigo a pedro guerra (otra vez!!!! es como una tara, una adicción, una penitencia) dejo que su voz entre en mí, que me posea con su cálida y exquisita melodía. soy un ente sin voluntad ni fuerza, sólo está su voz. me pregunto por qué nadie me ama así. es mentira, me han amado más, mucho más. lo que realmente quiero es que me ame pedro guerra, que me dedique a mí sus canciones hermosas, ser la poesía de sus letras. miento otra vez, yo quiero que me ame la imagen de pedro guerra, la idea que tengo de él, de la persona que invento y a la que pongo su nombre y su cara. miento por tercera vez (ya puede mirarme con su cara triste jesús, ya puedo incluso llamarme pedro, ser un apóstol!!!!) rompo el mito y miento una vez más: lo que yo quiero es amar otra vez así, dedicarle mis latidos a alguien, dejar de lado este cinismo manifiesto que es refugio y coraza. miento por quinta vez, siempre amo así, no sé vivir de otra manera, aunque esté harta, como estoy... puedo acabar con todo ahora, detener la música, poner un poco de salsa y bailar una rumba como si nada pasara... no quiero, subo el volumen, me niego a vivir esta noche en la mundana realidad, en la casa, la ciudad, la víspera del carnaval, la promesa de otra vida.
miento, quiero escaparme de mi historia, de mi memoria, de mañana... cierro todo, miro al techo, abro la botella, dejo que me inunde esta infinita y estúpida autocomplacencia, esbozo una sonrisa torpe, hago recuento de las gentes que poblaron este día y a las que usé sin compasión ni alegría: soy tan vana como cualquiera de ellos.
miento por última vez, me digo que todo es culpa del cansancio y la falta de sueño. apago la luz y cierro los ojos. agoté mi cuota de imbecilidades de las últimas veinticuatro horas. cuando amanezca podré empezar todo de nuevo, esta vez sin pedro guerra...

martes, 3 de agosto de 2010

campo y pista

ni él preguntó mi nombre ni yo le di más señas que un beso y la gracia de zafar de un mordisco mis ajustadores de encaje azul. eran casi las seis de la tarde y el parque empezaba a llenarse de toda esa gente que se engaña creyendo que unos abdominales y unas cuantas cuclillas van a devolverle los años que se fueron. cuando lo vi por primera vez orinaba detrás de la cabina de audio, un cuartucho espantoso y semiderruido donde los fines de semana un gordo sudoroso se empeñaba en ser rey por unas horas y pedía a las muchachas un beso a cambio de complacerlas con alguna canción. yo también fui parte de ese tráfico de ilusiones cuando lo besé en la mejilla grasienta- con un horrible olor a yogourt- para que él imaginara mi beso unas horas más tarde, en la usual soledad de sus madrugadas de lunes a viernes, cuando no era más que un ser humano corriente y vulgar, encerrado en sus complejos, lleno de deseos que sólo en sueños se verían satisfechos.. en fin, allí estaba él, no el gordo sino el otro, con el pantalón casi hasta las rodillas sosteniendo su pene con la mano derecha, la izquierda contra la pared de cartón de la cabina de audio, fingiendo un camuflaje que no le interesaba, esperando por alguien tan aburrido como él, no importa quién. terminó de orinar y me sintió mirarlo(...)

sábado, 24 de julio de 2010

mañana

sentado en su cama
(fowler????)
mi abuelo es un extraño animal inmóvil
un animal laso
rescatado del suelo
sujeto por las axilas descarnadas
confiado a la reparación de sus huesos sobre la cama destendida
la otra cama, sólo suya, de dormir sin agujas ni acompañantes
que ha de abandonar cuando aparezca la sirena anunciatoria
largo después
(nueve horas esperando la ambulancia!!!!)
para ser nuevamente herido
esta vez por la mano del hombre.
harto de vivir a la vista de todos
su cuerpo crece hacia dentro
introspecciona
se hace niño cuando su mano grande
(añosa???, macilenta???, con una falange de menos???)
lúcida en fin, sella la boca
y parace gritar
"qué capricho inútil tanta comida a trompicones"
la cabeza desganada escabulléndose
y eso que apenas pasamos la tercera cucharada
la fórmula se enfría, la carne dentro de ella se vuelve amarga
siente el hastío de haber muerto para nada
pero mi abuelo reniega,
se agita
balbucea
y entonces la vianda también se descompone
avanza hasta el borde de la fuente color ámbar
asoma sus ojos tristes y ve
que no sirvió de nada
que la tierra abandonada
era refugio más seguro que las venas de este hombre tan viejo ya
que no quiere siquiera el sustento
la batalla progresa
mi tía con sus mañas
pero el abuelo como una enredadera
que espera el tiempo de aprehender el sol (otro sol???, uno que no alcanzamos a ver)
el tiempo de alzarse de sus raíces nuevas
-de silla de ruedas y botas de escayola-
y saltar la tapia inexistente
avanzar lento
dejar el portal
paso a paso, minuto a minuto
sobreponer la calle
el guijarro difícil
esquivar un juguete abandonado (sin suerte??)
para luego, feliz, mirarnos desde esos tres metros
-vencidos por la fe más que por la fuerza-
embutido en su traje de tubos
niqueladas sus piernas tercera y cuarta
como si ya no fuese un animal
sólo un robot, una machina animatta
que aprendió a sonreír.

lunes, 5 de julio de 2010

senza fine...

chillaba como un puerco.la sangre le corría mezclándose con el sudor y esa grasa asquerosa y maloliente que había usado para pegarse los pelos al cráneo.aún llevaba la camisa a cuadros y la luz le pegaba en el cogote cuadrado como si alguien la hubiese puesto ahí a propósito. parecía un montaje teatral y cualquiera lo hubiese jurado pero ahí estaba la sangre para desmentirlo.la sangre y sus chillidos de puerco que sabe que va a morir.puede parecer extraño pero empecé a acordarme de las fiestas de fin de año,cuando mi abuelo sacrificaba uno o dos lechones para la cena familiar y las mujeres reían con los dedos llenos de masa para hacer buñuelos.cerré los ojos y todo cuanto no fuese la fiesta desapareció.me vi con las manos llenas de masas fritas y y la caja de bombones rellenos que me habían regalado mis tíos para comer cuando fueran las doce de la noche y el año viejo se fuera para siempre. sentí un sabor denso a chocolate con licor y trufas y tuve ganas de ver los papeles dorados de envolver golosinas que aprendí a convertir en flores diminutas que no se marchitan.cuando miré no había nada salvo,al fin,algo de silencio. entonces supe que él no volvería a levantarse,al menos no en un par de horas. fue la primera vez que vi la habitación tal y como era.sin el embrujo de la luz filtrada por entre sus pelos ni la letanía de sus gritos. era un sitio espantoso y sucio. en un segundo mis manos se relajaron, se distendió mi mandíbula y el trozo que llevaba allí más de una hora cayó sobre el suelo como de ajedrez.me limpié la boca con el borde del vestido que a esa altura ya no era rosado sino púrpura. me levanté dando tumbos porque tenía los pies entumecidos, y salí al pasillo. la luna era como un platanito, como la sonrisa del gato de alicia, y yo podía soñar otra vez con volver a la escuela como si nada hubiese sucedido. eché a andar e imaginé que un reloj,como siempre pasa en todos los cuentos,marcaba la hora con sus campanadas graves. en dos días cumpliría diecinueve años y empezaba a estar harta

martes, 15 de junio de 2010

primera vez

la primera vez que tuve sexo fue a los dieciocho años. (era verano y descansaba sobre el piso verdecido de una nave industrial). antes de eso sólo había sido un extraño ejercicio de hombres entrando y saliendo de mi cuerpo en una transformación de lleno a vacío, a nada, a gato de alicia, a piel seca de serpiente que es preciso desprender del propio cuerpo contra alguna roca o mueble para que al fin nos libere y volvamos a respirar. pero aquella vez fue más una sensación de que todo empezaba a tener sentido y que el experimento llegaba a su fin. después- sobre todo cuando me hartaba de las patéticas y abruptas demostraciones de amor y placer que algunos te profesan y dicen regalarte como si se tratase de un tesoro tan infantil como innecesario y entraba en esa fase cataléptica que te permite observar todo, incluido el propio acto de copulación, desde la feliz distancia de la indiferencia- volví a jugar a esa especie de gimnasia reproductora que tan afín resulta al objetivo de estudiar a los ejemplares masculinos, analizarlos como a ratas de laboratorio, definir y guardar en la memoria cada rasgo o expresión, cada gesto, cada palabra, y archivarlos en esa gigantesca base de datos en la que cada hombre futuro encontraría clasificación y límite. (...)

lunes, 14 de junio de 2010

madrugada

no sabría bien cómo decirlo. ni siquiera sabría cómo pensarlo, o inventarlo, pero lo cierto es que la madrugada me despertó las ganas de perderme otra vez, de hundirme en ese infinito vaginal en que me convierto cuando el alcohol pesa más que la sangre y el oxígeno me llega con un bautizo de tabaco y gasolina. entonces quiero trasmutarme: yo mesalina, yo sacerdotisa, yo virgen otra vez, y sentir que nada vale la pena si no pasa a través del ritmo de la muerte. quería suicidarme de alcohol y de sexo, quería lanzarme sobre la ciudad con su vaho denso y su aura obscura, atraparla, travestirla, hacerla mi amante: dos hembras que danzan con el vientre desnudo y como un espejismo para seducir a los chóferes borrachos, tristes bajo el peso del hastío de una buena mujer que le plancha su máscara de arrugas y le almidona las ganas. eran apenas las dos y ya me habían echado de al menos tres fiestas. entonces te vi, vomitando la vida como una cosa sucia, una amalgama pegajosa que tratabas de quitarte de los zapatos con la punta de tu camisa sin botones. parecías un espectro: sucio, flaco, desgarbado, ideal para mis planes de lenta aniquilación de la alegría. tenías un ojo morado y andabas sin papeles. tuve que ponerte un nombre e inventarte una historia. eras perfecto, divino, casi uno de esos regalos que la gente más pobre pide a la providencia con la certeza de que nunca llegará y la esperanza de que los milagros existen. tenías los ojos negros y perdidos. hay que reconocer que siempre me gustaron los hombres de ojos negros. trataste de ponerte en pie para parecer menos borracho y evitar otra golpiza. entonces viste acercarse a una mujer de ésas que te quitan el aliento y siempre pasan en un auto caro con un imbécil lleno de billetes y pensaste: qué mierda me habrán puesto en el trago que empiezo a ver una rubia de playboy loquita por sobarme los huevos. pero no era el trago, no era la puta pastilla en el fondo de la botella, porque la rubia casi llegaba para chuparte los labios llenos de vómito y poner tu mano lánguida como un sello que contuviese el aleteo de su sexo caliente. no entendías nada, y cómo ibas tú a entender que la noche me pedía una compensación por tanta mierda de compostura, por tantas horas de vestirse bien y tanta risa ensayada para provocar deseo o empatía. cómo ibas tú a saber que eras mi pasaje, mi salvoconducto, el desquite por los años que pasé con la bestia de mis ganas maniatada y embutida en un título universitario y medio kilo de rímmel. cómo ibas a imaginar que yo era un pozo, un hueco salvaje y brutal al que habían puesto un tapa burda e infame y que sólo vivía como se oía: en una sordina ridícula y desgraciada. tenías cara de perdedor y eso te volvía irresistible. querías parecer un macho capaz y trataste de tomarme de la mano mientras me decías ¿qué quieres muñeca? no tengo ni un medio esta noche. entonces te besé otra vez, fue un beso más que convincente y te dejaste llevar por mí, arrastrado hacia ese agujero negro que me vuelvo cuando mi cuerpo manda y nada importa sino la promesa del orgasmo que será, de los muchos orgasmos... no sabría bien cómo decirlo pero desde esa noche salgo a la caza, soñando encontrarte otra vez, esperando el milagro de verte caer ebrio sobre tus pantalones desteñidos y ese polo de cien dólares que compraste cuando apenas tenías para una cerveza.

lunes, 31 de mayo de 2010

roto

algo murió. no ayer, ni ahora, ni siquiera esta mañana, pero algo simplemente ya no está y me duelen los ojos de tanto no mirar a ningún sitio, de tanto cerrarlos para que las manchas del techo no se me conviertan en una absurda geometría llena de pistas y señales por la que tendré que pasar para alcanzar el sueño.

algo definitivamente está roto, no dentro de mí, ni fuera, ni siquiera en algún sitio. y los perros en sus ladridos, siguiéndome en la calle con sus ojos fijos en mis ojos como quien exige una palabra, un gesto, una secreta confirmación que dé comienzo a este anunciado ritual de despedidas.

todos saben que algo ya no está. todos esperan el silbato final, la máscara, la mueca que se rinde y me libera.

y yo no sé qué hacer para dilatar esta sonrisa, para distender una armonía tan imposible como absurda. y yo no sé qué hacer pero tengo en mi piel todos los trozos de ese algo que quizá se rompió sólo para que yo lo sostenga.

viernes, 28 de mayo de 2010

poema chinesco

dos sombras de hombres se golpean en el callejón de la sacristía, la botella sobre los adoquines, la navaja surcando el aire, el silencio mudo de los vecinos que siguen la movida detrás de las cortinas de su habitación. mi sombra corre semidesnuda hasta la puerta de la catedral a ver si dentro alguna otra sombra conocida y menos brutal me ampara hasta que me recomponga el vestido y la sonrisa. pero no hay nadie allí, la iglesia sólo abre sus puertas de lunes a domingo entre las ocho de la mañana y las tres de la tarde. mi sombra se lanza otra vez a la carrera, salta encima de las sombras de los hombres que aún pelean sin que se pueda imaginar vencedor ni vencido, pasa veloz frente a los cristales rotos de la pajarera y enfila rumbo a la densa tranquilidad de la taberna. suena el reloj del palacio de gobierno y la sombra de una lechuza cruza el parque en busca de la sombra de un mayito rezagado. se hace la luz, el sol amenaza terminar con esta vida de madrugada y las sombras de los hombres se separan de buena fe, se dan la mano y pactan el fin de la contienda para la próxima noche.

martes, 18 de mayo de 2010

mémoire (para eduardo, sin razón aparente)

mañana

el fin de año era el tiempo de los buñuelos
de la masa correosa entre los dedos de las mujeres
del trago de cerveza helada al amanecer (y para amanecer)
de la mesa sueca (cubanísima??)
el tiempo del arroz congrís sacudiendo el barrio
despertando el deseo
el instinto animal
la gula
la carne que alebresta la carne
antropofagia erotómana
salivada
promisoria
(pontifical??)
la alevosía de despedir el año entre cubos de agua
!a la calle!
fuera con toda la pena
con toda la nostalgia
con la angustia toda
y chupar como si nada el rabo crujiente de aquel puerco
que en las horas lejanas (y violentísimas) de la mañana
el cuchillo del abuelo había desangrado
ante los ojos de todos
el abuelo sacerdotal, en su divino ministerio
empuñando su jerarquía patriarcal sobre la tabla del martirio
proveyéndonos
brutal
despojado de esa corona (halo??) de bondad
que sólo veíamos caer cuando la faja de cuero asomaba de golpe
(para dar el..., los...???)
castigadora
infinita
ciega como la justicia,
animal,
distendida luego ya
-no como una extensión parapléjica de su mano
!nunca!
sino en el santo orgasmo de la autoridad-.

y la panza blanca y destripada del cerdo
contra la madera
expuesta, húmeda aún
inmutable en esa servidumbre que le impusimos
la carne babilónica que habría de saciarnos
(no había hambre que matar, no había!!!)
la panza en fin
rota de un tajo
despojada, sin seso ni mondongo
(como un sarcófago privado de lápida, de mármol)
zurcida luego para mejor cocer el arroz.

y en la noche, justo a las doce
el himno nacional (sin bautismo político, sin continencias, más como una bendición, un santo y seña)
el discurso etílico y avizor del tío josé
(no el ciego, que ya es muerto, sino el otro, el sin hijos, el tan flaco, arruinado, amargo en su memoria de antes)
el brindis donde cada quien ponía más que su copa la vida.

el fin de año era el tiempo de la yuca con mojo
los tostones
la esperanza no como un quizá
como un entonces
como un y si fuese posible...
sino de por supuesto
de sólo falta un poco
de tengamos paciencia que la fe es muy larga
para encomendarle la alegría.

el tiempo de la familia como una encarnación tropical de la fortuna
dispendiosa, sin geografía

el tiempo de la ingenua y natural certidumbre
de esos días en que mañana no era sino una promesa,
La Promesa de la risa por llegar.





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lunes, 17 de mayo de 2010

La Hora

Lo sentí irse. Sacudir lentamente la costumbre y la memoria; desprender, de un manotazo, el tiempo. De espaldas era un animal común: patas, cuerpo, cabeza. Un animal que en algún punto habría de saciar sed, hambre y cansancio. Lo sentí arrastrar sus pies graves, aplastar con desgana la tierra roja y seca, imponer su vacuidad al campo, fundirse con el polvo enojoso de la tarde. Tenía los músculos flojos, hastiados de la vigilia, distendidos más allá de la mueca o la fatiga, simplemente inertes. No podía verla pero imaginaba su sonrisa, esa estúpida expresión de bestia satisfecha, ese arrobamiento impúdico que corona la satisfacción de una necesidad tan elemental como impostergable. Lo sentí suspirar, humedecer con su lengua porosa los labios resecos, contraer las pupilas voluptuosas, levitar sobre el camino exangüe y las hojas calcinadas de los plátanos.
Cuando se marchó del todo y el camino no fue más que un absurdo hilo empolvado y solitario, me desmayé. No lo sé a ciencia cierta pero sospecho que pasaron horas antes de que lograra despertarme y ponerme en pie. Aún estaba desnuda y me dolía todo el cuerpo. Sobre la tierra, extrañamente húmeda, mi virginidad se escurría como un mínimo terror grabado en sepia.

martes, 11 de mayo de 2010

Los perros y la mar se entienden,
son como una misma cosa
triste y solitaria
viva
brava .
Como una misma cosa transparente
abierta a los sueños de los hombres
mar y perro
mar eterna, madre mía
perro hambriento.
Los perros y la mar se entienden
qué sola me he de quedar
perro y mar
el día que no los lleve
yo, criatura de isla
que no la puedo tener
la mar
mar eterna
lenta mar de mis tristezas
(y el perro enfermo
desgajado del hombre
perdido en el invierno).
Qué sola me he de quedar
perro y mar
sola en medio de esta tierra.
Hasta los ciegos ven la mar
pero yo, que nací pez
no puedo verla.
Hasta los pobres gozan de la mar
pero yo, que vivo presa
no puedo tenerla.
Hasta los locos sueñan la mar
pero yo, cuerda y despierta
sin perro, ni mar
qué sola me he de quedar.

domingo, 9 de mayo de 2010

miro el pan sobre la mesa con su mantelito azul y sus rodajas de piña dulcísima. lo recuerdo desde siempre en la bandeja azul-farmacia, de cristal translúcido, junto a la jarra turbia llena de leche con vainilla y el trozo ínfimo de chocolate. miro el pan entero, virgen de todo roce más allá del hombre que lo amasó, horneó, y dispuso sobre el estante de madera: puro, mitológico, inmaculado. con mi mano derecha acuchillo su cuerpo íntegro y alimenticio. rebano su cabeza. hiendo mis dedos en la masa blanca de su vientre y la arranco para llevarla hasta mi boca. trago este pan asesinado, muerto por mis manos, descuartizado. lleno el cuchillo de esa gelatina inconsistente que madre llama "La Mantequilla", lo hundo hasta el fondo del pomo que la contiene y puedo sentir su dolor, la pena gelatinosa de saberse dividida, fragmentada, disuelta. guardo otra vez el pan (lleno ya de "La mantequilla"), intento recomponer su figura desmembrada, su silueta maltrecha. madre me ve, sus ojos anegados en llanto. se limpia las manos en la servilleta (desechable, como el pan). a tumbos se levanta, se pierde tras la mampara de la cocina y cuando vuelve, sonriente otra vez, trae entre los senos maternales un pomo de pastillas.

(quiero comer pero el asco me domina. vivo sobre los cadáveres de todo cuanto existe.)

jueves, 6 de mayo de 2010

abril y por las tardes

el palomero silba sobre la ciudad
bajo la lluvia
su voz metálica
reclama palomas
-sus palomas-
las invoca jugándose una pulmonía
a sus pies los tejados
la bahía infinita
(mortal)
donde duermen (mas no en paz)
carabelas, calaveras
500 años de conquistas
diez metros más allá
(de mi ventana, no del mar, no del silbato)
un profeta sin nombre también llama
(esta vez a Jesús, de palomas nada sabe)
mientras tortura unos tambores sin linaje ni academia
cursi como ha de ser esta fe ciega (pero sobre todo sorda)
que es azotea vulgar donde se trepan
(trepanados, tremebundos)
como prueba de su amor
para que todos puedan
(sobre todo los que no quieren)
verlos (oírlos)
y compiten los dos
-palomero y profeta-
a ver quién llega el primero (ave o salvador)
nada se inmuta
la lluvia igual
la noche adelantándose
el palomero maldice (los otros aún rezan)
suda, sufre, se sofoca,
mientras agita el señuelo
(sujeto y predicado, nunca verbo)
casi una amenaza
-prometedor, seguro-
frente a la jaula abierta.

viernes, 30 de abril de 2010

para Alexander

hinchado de soledad
(como un pez??)
rotos los límites de su cuerpo físico
el desasosiego de una columna vertebral
espina
ola
sin piel
sin agua
abigarrado
distendido
enorme en su soledad,
brutal
pleno

lunes, 26 de abril de 2010

....

Para Yudith
1
esa huella
que dejan los eventos más triviales en el agua de tu vientre
en tus manos como dos regaderas rotas por donde escapa la tristeza
el amor
por donde nada escapa
la firma profunda
como un surco
desasida
infinita
en que una vez ardió la llama.


3
y dentro de ti el dios
la vida dentro
la interminable secuela del amor
la espuma, el viento, la sal
la isla,
el deseo de la isla
el sueño de la isla
el tormento de la isla
la penitencia
la exquisita y lánguida textura del recuerdo

5
y allí el pez!!
sobre la piedra que antes de morir fue hombre
implume, desaletado, ronco
tan calmo
(anochecido en su dolor)
como un cauce imposible
seco, vacío, sin agua
con la memoria de río royéndole el corazón de tierra


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lunes, 19 de abril de 2010

prendo la luz
(en una gimnasia absurda y ridícula)
extiendo mis brazos hasta el interruptor tan alto
(recuerdo que fui, soy, puedo permanecer niña)
obscuro
qué arcaísmo
obscuro otra vez
casi blasfemia, adolescencia de la palabra, pobre
albedrío
sube y baja la pieza minúscula
no se hace la luz
será porque es domingo??
frente a mi cara el espejo, inmutable
inamovible
el segundo en un año
el primero los gatos
todos menos uno
aquél que se fue
leucemia
dijo el doctor
lo sé por el aroma
y yo discapacitada/incapacitada/minusválida/sin olfato, en fin,
nada que me diga ojo tu gato enferma
ojo que se muere
ojo que ya no da más
y entonces la luz enciende
para qué
a estas horas
con los pies entumecidos
sin gato
mientras afuera llueve o casi
famélica y tranquilamente
otros gatos
negros, (dos esta vez)
maúllan en la terraza su soledad neonata
ectópica
recién estrenada
que durará por siempre

lunes, 29 de marzo de 2010

despertar

Uno se levanta un buen día y descubre que ya no tiene amigos. No le queda ni uno. Se sienta entonces frente al mapamundi- uno cualquiera, uno de esos baratos con horrores estampados en tinta china y zarpazos de la memoria que borraron de su sitio lagos, ciudades, montañas, latitudes enteras- y ve trocarse los nombres de los países en los de la gente que los puebla. Ya no más Alemania, ahora es El Memo; méxico se vuelve Otto y su concierto de violines a la luz de los chivos metálicos y herrumbrosos del parque; Bruselas es la capital de Erling, Florida la de Marylin, Menorca una ciudad de Manolo. Entonces uno descubre que no se ha levantado un buen día, sino un día de mierda, uno espantoso y brutal: el día de hoy.

(La geografía es una ciencia de mierda, la utopía una novela de Tomás Moro, nada más).

miércoles, 10 de marzo de 2010

..............

le sangra todo
nos dijeron
y ahí estaba mi tío en medio de la sala de terapia
como un armagedón
como un cíclope
como una mierda
lleno de tubos
astronauta de su propia y horizontal fisonomía
varicoso, consciente, callado
y el hígado que no aguanta más
amarillo mi tío
color pollo mojado
pollo con olor a farmacia ambulante
pollo cirrótico
y ahora nada de pan
nada de leche
nada de pescado
y todos por el cristal
hasta la mosca
esperando, con esperanza, sin esperanza, escépticos, mirones
con sueño
con la risa congelada
-le sangra
no hay manera-
y los tubos
y el color
y mi abuelo con su pipa
su tabaco ingenuo
su sólo sé que no sé nada
protráctil
eufemístico
providencial.
y mi tío en medio de la sala de terapia
42 años
hagan algo
(la esposa, la enfermera, el suegro)
hagan algo
(las máquinas, la ciencia, la fe)
como un pollo desplumado
muerto
listo para la sopa.

martes, 9 de marzo de 2010

mi abuelo

apenas las seis y ya no hay sol
y sobre la mesa el plato con la cena
que mi abuelo mira desde su cansancio de siete hijos y
noventa y cuatro abriles
literales
cada uno envuelto en el humo del tabaco
en la tierra que perdió
(que le quitaron)
y llama una a una sus vacas
por su nombre
matilda
esmeralda
benancia
y mi abuela que le empuja con el pie la mano hirsuta
extinta casi
que aún enlaza el viento y la tierra roja donde su hermano
(josé, el ciego, el del medio, el muerto ya)
sembraba mariposas
blancas mariposas para la mesa de mediodía
y su madre con dedos de hombre
vi-ri-les
llenos de leche fresca
de calostro
de tristezas
y mi abuelo
desmañado, vencido
patalea para que mi padre no lo obligue al baño
a la rutina de una vida
que todavía exige (pelado, afeitado, limpio, feliz)
inmaculado en fin
su cuerpo a la espera, listo
para esa extraña concepción de una muerte que ve pasar en coches fúnebres frente a la puerta de madera de la casa vieja
de muertos cada vez más jóvenes
murmurados, emotivos, nietos de sus compadres.
con ese miedo a la muerte que juega con su paciencia
como un gato con su presa
y le manda sus respetos en un desmayo
(ahora sí no vuelve más, se vidrió la mirada, esta vez hay que llamar al doctor. diga usted que ha muerto)
y abre sus ojos de nueve décadas y cuatro años extras
y sonríe
y sonreímos todos
mi padre incluido
(esa bestia inmutable, lacónica, hijadeputa casi)
por esta vez la libertad
la cama a solas con la almohada y la colcha tibia
las medias olorosas
nadie que diga levántate, ya es hora
camina-come-sueña-tomaelsol-tomaunaducha
nadie que certifique está vivo, está bien, nos hace caso
es como un hijo malcriado
lleno de resabios, de malos modales
uno que se inventa dolores y fatigas para que no lo obliguen a esa vida
dura, larga, insípida, torpe
que es su cruz tan bendecida
y que acaso olvidó cuando le arrancaron
allá lejos
fuera
al norte quizá
al hijo que no alcanzó a ser pródigo.

lunes, 1 de marzo de 2010

POEMAS DE LA TIERRA

I

Por esta tierra dolida y dolorosa

donde el hombre más manso esconde un trozo de metal bajo la camisa

Por esta tierra triste, ojerosa, despierta...

Por este trozo de demencia colectiva donde las horas pesan sobre los hombres

como si no existieran los relojes

Por este sol, esta calle, esta enconada y absurda lucha entre vecinos

donde transcurre, a saber cómo y por qué

eso que llaman la existencia

viernes, 19 de febrero de 2010

vecinos

mustios, cabizbajos,
rendidos bajo el peso de los años tristes
difusos
lentos como fantasmas sobre el malecón
densos
mascarados como putas vergonzantes y ruinosas
turbios, cotidianos
difíciles
comunes
humanos
espantosa e increíblemente ciertos

viernes, 12 de febrero de 2010

un día channel

10 a.m.
comimos galletas enlatadas y enriquecidas que nos habrían de volver cada día más pobres, más viejos, más flacos, más muertos. pero no tuvimos hambre sino ganas de comer, y no sentimos sueño o cansancio sino unos deseos salvajes de acostarnos a dormir, y no hicimos el amor ni tuvimos sexo sino que nos rompimos de tanta lujuria y tanto placer, y no tomamos ron o vino sino que nos ahogamos en alcohol hasta que amaneciera y estuviésemos listos para ahogarnos en la vida. luego nos empeñamos por unas latas de cerveza y unos cigarros de mierda. y yuri tuvo unos pies espantosamente grandes y feos, que siempre le colgaban de la litera como si se hubiesen muerto.

4 p.m.

chamizco. suicidio. cúpulas. clases de ballet. escapar por la ventana y escurrirse por las lianas de los árboles de 2 pisos mientras el gusano se perdía bajo tierra y le pegaba su olor a humedad a las ropas y los muñecos del almacén.

6:25 p.m.

comedor con arroz, sopa de arroz y arroz con leche sin leche. col, chambelonas, calamares hervidos y elásticos que se rendían a bocanadas sobre la bandeja metálica que sonaba chas chas chas cada vez que algún bruto hacía música con su cuchara de aluminio sobre el borde vacío del almuerzo.

9 p.m.

la noche en los aleros, entre mosquitos y fumadas de marihuana, espantándonos la mala suerte de vivir bajo amenaza y con la sangre tan llena de deudas con el arte. y fue hanoi, y robe, y yuri, y famada, y michel, y otro, y otro, y otro, y tantos como cupiesen en una litera vieja y un cuarto con olor a macarrones aliñados con grasa de cerdo.

10 p.m.

dos botellas nos tomamos esa noche, pero dentro vivía una tableta de parkisonil que nos dio un paseo por el paraíso de los borrachos. nos fuimos a la playa con una guitarra y un paquete de pastillas de menta que fue lo único que pudimos comprar con la mierda de dinero que nos quedaba. pero el chino empezó a llorar y contarnos la historia del día que su mamá se murió y tuvimos que desmayarlo de un golpe en la nariz y dejarlo escurrirse sobre la arena. cuando se calmó volvimos a la ciudad, los otros se acostaron sobre una sábana sucia que tiraron en la acera y yo chupaba el pene lánguido de abel debajo de un bombillo amarillento que dejaron encendido en el portal del tallercito de electrodomésticos. la sangre le salía a chorros por la nariz y él decía, me jodí el tabique, cojones, me jodí el tabique.

12:30 a.m.

nos metimos a la mar sin ropas para q se ahogara todo el deseo y poder desnudarnos sobre el escenario en frente de todos, limpia y friamente. sentí sueño, me metí otra vez al carro y me dejé caer en el asiento trasero del ladita azul mientras el chofer subía el volumen de su reproductor y un barman de pacotilla se violaba a mi amiga en el borde de la playa. soñé con perros y gatos.

2 a.m.

me encerraron en el baño mientras echaban a suertes quién habría de violarme primero y cuando el negro abrió la puerta le rajé la frente con el tacón de mi zapato de doce centímetros de alto y rompí a correr por la habitación mientras tiraba las lámparas al suelo, me colgaba de la cortina, y arrancaba el cable del teléfono. me dejaron ir sin tocarme un pelo. se asustaron de una mujer que corre encueros con la boca llena de malas palabras y la piel de las nalgas erizada como gato contra la pared.

7 a.m.

me subí a la guagua y un chico precioso me cedió el asiento. yo lo invité a sentarse sobre mis piernas y el cambió mi propuesta y me tomó de la cintura halándome sobre su cuerpo. me senté en sus rodillas y nos dimos un beso largo, como de despedida, sorbiéndonos la piel de los labios y la saliva pegajosa que una madrugada de alcohol había convertido en una mermelada del aliento. el beso duró tres paradas y luego él se levantó y me dijo un placer mientras bajaba los escalones y la gente ponía sobre mí sus ojos de desprecio y de envidia, y yo me relamía la boca pensando en ese beso rico y largo que en otro momento y lugar hubiese terminado en orgasmo.

8:57 a.m.

era tarde, las clases estaban a punto de empezar y aún me faltaban 20 minutos de viaje. cuando la guagua paró otra vez me bajé y caminé despacito con mi ropa de noche olfateando el mar. me senté en el malecón y empecé a acariciarme las rodillas pensando que mis manos no eran mías. olía a hembra en celo. un taxista parqueó y me ofreció un viaje gratis hasta la escuela. por el camino me invitó a un hotel o una merienda y entonces le dije que me esperara para darme un baño y cambiarme de ropa. dos horas estuvo sentado en el parqueo mientras miraba su reloj y yo lo espiaba, desnuda, por entre las persianas carmelitas de mi habitación.

2:30 p.m.

en el segundo día de ensayos me dormí dentro de un armario con un ratón y una muda de ropa sucia. todos pensaron que me había ido a casa.

9:55 p.m

desperté en un parque, no sé bien cómo. a mi izquierda un policía me tomaba del brazo casi histérico y no paraba de preguntarme cuál es tu nombre, cuál es tu maldito nombre. insistió tanto que terminé por decirle que lo había olvidado pero que hacía algún tiempo mis amigos me llamaban channel.


(nene, para q sepas cómo era no con 33 sino sólo 18 jajaj. taaan perros jajajaj)

jueves, 11 de febrero de 2010

he who calls himself

HE WHO CALLS HIMSELF A FATHER
Y PONE EL PAN SOBRE LA MESA
JUNTO A LA CUENTA DE LA LUZ Y LA RECETA DEL ANTIDEPRESIVO
Y ABRE SU BILLETERA
QUE ES DE DONDE SALE LA VIDA
Y ABRE SU PORTAÑUELA
QUE ES DE DONDE SALIÓ ESTA MIERDA
DE 33 AÑOS Y OJERAS
QUE SOY YO MISMA.

HE WHO CALLS HIMSELF A DADDY
Y TAN ESTOICO
RECOGE LOS HUESOS DE LA CENA
PARA ENTERRAR AL POLLO EN EL CUBO DE LA BASURA
Y REPARTE LAS SOBRAS DE SU TIEMPO
ENTRE SUS HIJOS QUE NO SON
LO QUE "HUBIESE QUERIDO".

HE WHO CALLS HIMSELF A MAN
Y LLORA CADA NOCHE
A LA LUZ DE LOS OJOS DE MI MADRE
PORQUE NO VIOLEN MÁS A
LA NIÑITA QUERIDA.

HE WHO CALLS HIMSELF A BREEDER
DISIMULA AMAESTRADO
MUERTO EN VIDA YA Y TAN SOLO.

HE, WHO CALLS HIMSELF...

lunes, 25 de enero de 2010

analgesia

Y me pregunto qué sabe del dolor quien no ha perdido un día el segundo único de arrepentirse y decir basta, ahora no, nunca más...

Quien no ha decidido jamás negar un hijo, sacarlo de su vientre con una cuchara afilada y verlo mientras se desangra, sepultado antes de nacer entre trozos de algodón sanguinolento en una mesa de hospital, bajo el sonido metálico de la máquina que aspira y la luz inquisidora de una lámpara de techo.

Qué saben del dolor los que siempre fueron felices, y sonríen, y viven su mañana en las pasarelas de la tarde, entre carteras Dolce and Gabanna, libros de autoayuda, y zapatos de puntera fina.

Los que nunca alquilaron su cuerpo, los que jamás fueron violados, aquéllos a los que nadie señaló con el dedo.

Vuelvo al hogar, a esa extraña cosa que llaman la familia, y me siento en las piernas de la niña que fui a contemplar entre ironías cómo pasa otra jornada sin que hayamos descubierto la manera de querer sin hacernos daño.

Entonces recuerdo que el dolor no es un sistema, ni un amuleto, ni siquiera una disculpa para estas horas de café amargo y lentas recriminaciones.

Vuelvo al hogar, a esa extraña cosa que llaman la familia, a la utopía.

agenesia

fértil como un curiel, con la matriz siempre dispuesta a incubar esa masa sanguinolenta que aún antes de formarse algunos llaman hijo y por la arriesgan sin pensarlo sus afectos, sus anhelos, su fe, sólo para ser miembro de número de una cofradía que se cuenta en millones, para darle un sentido a lo que no lo precisa, para justificar el aliento, el pan, el placer.

y sin hijos ya en esa edad en que todos preguntan por la familia cuando en realidad sólo quieren saber si estás felizmente casada y reproducida, si aumentaste en uno, o dos, o hasta tres el número de hombres que pueblan este mundo y cumpliste así con esa tara de ser mujer que te obliga a rendir cuenta de tu descendencia, de tu labor de probeta, a cumplir con esa secreta promesa de vida que pactaste desde el segundo en que tu adn combinó el alfabeto en dos letras: x-y.

sin hijos ya y voluntariamente, no como el armadillo que elige fecha para asegurar la cría, no como esa pobre infeliz hembra incapaz de procrear, sino simplemente sin hijos, harta de la carga de la procreación, de la hipócrita embriaguez de la maternidad; sin hijos y con un vientre que ha albergado a más de un hombre, a más de una mujer; sin hijos y con gatos, perros, libros, madrugadas...

y ellos, que visten su bata felpuda de desilusión, reprochan la belleza, el intelecto, la fe, el deseo, la vida que no les sirve para crear otra vida, para emparejarte con todos y para el bien de unos cuantos. ellos reprochan la mirada clara, transparente, la sangre que palpita en ese cuerpo perfecto y saludable que te ha sido prestado y del que no quieres desprenderte para la continuidad de la especie.

ellos, que ensucian el sexo justificándolo en razón del alumbramiento.

ellos que usan sus hijos como cuerdas para retener el amor, que los convierten en los muebles y paredes de una casa vacía a la que sólo vuelven en las noches, de puntillas para dormir pronto con el pretexto de un día ajetreado o un dolor en los huesos.

ellos que murmuran y desaprueban, incapaces de una preñez verdadera pero listos siempre a parir otra mentira.

viernes, 22 de enero de 2010

babelísima (fragmentos)

El tiempo, Dios mío, otra vez el tiempo que no me va a alcanzar porque cada día tengo que lavar y alimentar mi cuerpo, que darle descanso para que esta maquinaria delicada y casi perfecta no pare de trabajar y el tiempo no se me detenga de golpe, como un porrazo policial. Y si muero mañana, si esta misma tarde la espalda no deja de dolerme porque una extraña bola crece en el fondo del pecho y comprime impíamente esta saco de células al que dedico mis mejores horas. Y si esta misma tarde un tarado al timón bosteza en el instante en que saco los pies de la acera para cruzar la Gran Vía y no logra verme, y me tritura, o me mata dulcemente del susto, o me deja escasamente viva y parecida a una malanga informe e inmóvil, dormida. De qué habrá valido entonces dar de comer y de beber a este cuerpo, de qué consentirlo, agasajarlo, tenerle fe. Y quién de entre todos estos que hoy me aplastan con sus burdos piropos, los que no me entienden, los que están convencidos de que soy rara, o imbécil, o pretenciosa, quién saldrá de esta masa asquerosamente humana, de este grupo de animales vestidos y reprimidos como perros a quienes mucho se golpeó, quién, a ocuparse de que mis pies no se tuerzan y parezcan mis raíces, quién abandonará la absurda idea que tiene de su vida para hablarme al oído muerto, consolándose a sí mismo, convenciéndose de que voy a volver. Quién, Dios mío, si el tiempo entonces no va a poderme, si el tiempo entonces va a revolcarse como perro rabioso porque ha perdido a uno de los suyos, si va a defender ese pedazo de sí que soy yo misma alentando la esperanza del regreso en las manos y los ojos de quien me cuida. Pero quién, Dios mío, dime quién, va a soportar los años que estaré tendida sobre un colchón de esponja, vagando sin espacio y sin tiempo en qué difícil dimensión. Nadie. Nadie verá esa estúpida prolongación de mi existencia, ese apéndice de vida que pretenden regalarnos los doctores. Nadie va a impedir que alguna mano entendida- tal vez la mía- corte de un tajo este cuello, dulce y delgado. Nadie va a impedir que me sustraiga de esa trampa de esperanza y me arranque a su morbosa complicidad benefactora porque alguien en este mundo corto y remoto me amará suficiente para salvarme, para clavar una estaca en medio de la esfera y responder a mis hermanos que preguntan, fundiendo sus iras en un único ojo ¿quién te ha hecho esto?, y les dirá: ha sido Nadie.

Estructura de un silencio

Yo no sé bien cómo se aprende a vivir con la respiración bajo control y las sonrisas contadas para los amaneceres; cómo se computan los billetes para que el fin de mes no asome siempre con su canilla floja y su mazo de nabos entre el abrigo y la camisa; cómo se destapa uno la alegría y sonríe después de tanto perro muerto, de tanta abuela enferma, de tantos gorriones esperando el pan que sobra de este exiguo desayuno que inventamos para arrebatarle a la mañana su razón y fe de vida.

Abro los ojos como una contraseña para desentenderme de mis sueños y mis ganas, como quien cumple una penitencia o paga una promesa, como quien camina por su tiempo con los ojos fijos en el contén por si algún día aparece una cartera que le salve la vida o le alcance para la cena de esa noche, para el paquete de globos que de niño nunca
pudo comprar.

Yo no sé muy bien cómo de pronto y a golpes se convierte una en la amable viejecita que riega su jardín y sonríe a este hombre que le mira, entre desconsolado y feliz, y aún así, bajo las mangas de su camisa sin planchar y llena de cosas como sudor, café, jugo de tomates frescos, exige más que pide: créame otra vez señor, estoy mal hecho. Y entonces se remanga la vida, pleno de ese impudor animal que tan bien le sienta a
los descamisados, y como un manual de anatomía clandestina enumera: esto es la alegría, esto la tristeza, esto mi mano, esto la uña que recién decapité a mi dedo...

Y te dice déjalo fuera, y habla de visa y pasaporte, y se empeña en llamarse ciudadano, y reniega: no la hierba, no el ron, no el sexo sin preservativos. Y todo vuelve al sitio en que debió permanecer y entre los dos cerramos las puertas de la casita de alquiler para que no entren los amigos en la madrugada; y nos subimos a un mástil para imaginar el mundo aunque finalmente sólo hubiese aeropuertos, aviones,
cartas de invitación, despedidas con prisa, sobresaltos, amores para traducir a otros idiomas, miedo...

Y pasa un mes, dos, un año... y cuando al fin se va no queda nada que decir porque todos han dejado de pensar en él, como si hubiese realmente muerto, o viviera perdido de la gente, entre recuerdos y cartas añejas y borrosas por culpa de la sal.

y ahora vuelve uno, dos, diez años después, a preguntar por el perro, los libros, la begonia, su taza transparente de tomar el café. Como si la nostalgia pudiese devolverle el tiempo, como si no hubiésemos muerto todos ya y esto no fuera sino una torpe farsa de la vida que fue.

Yo no sé muy bien tantas y tantas cosas y no quiero sino una cuerda, una maldita cuerda para romperme las neuronas y dejar que el alcohol haga el resto mientras vuelve a ser la hora de mirar a este hombre que eres tú, barbado y loco, contonearse calle abajo en la gran vía al tiempo que descifra sus recuerdos: este es mi barrio, esta mi esquina, este mi pedazo de jardín...

miércoles, 20 de enero de 2010

10 p.m.

abiertas, enrojecidas
exudantes
amargas como flores enfermas
exangües
lívidas de placer y de deseo
inflamadas
encendidas
dispuestas siempre
amapolas del dolor
salvoconducto al paraíso de los locos
sirga infinita
pozo
puente
espejo
lucero y lucernario
abrigo
antena.

martes, 19 de enero de 2010

infidencias....

hoy te hice el amor en otro hombre, y eso es algo q no suelo hacer (pero ahí estaban en medio las ganas rompiéndolo todo, pujantes, vitales, abriéndose en mi carne...) eran apenas las seis, o sea que la tarde empezaba a caer y la luz, amarilla y fugaz, dejó mi habitación en una penumbra más que exquisita. hacía frío, sólo un poco, lo suficiente como para no echar de menos las ropas, como para desear una desnudez paradisíaca... tres veces alcancé a verte entre las mínimas histerias de unos orgasmos que difícilmente logre olvidar.
y la piel suave, delicada, hirviente... y las manos, y los labios, y todo.
no importa cuán difícil sea, cuánto falte, cuán lejos estés; la tarde tuvo una de esas horas en que nada importa y tienes que haberlo sentido: hoy te amé en otro hombre.

(p.s.: nadie más sabe, ni siquiera tú, ni siquiera el hombre, ni siquiera la tarde... jajajajajaj)